El desafío de convertir la cooperación fiscal en una verdadera política regional

La nueva presidencia pro tempore reaviva el debate sobre cómo articular Estados, instituciones y sociedad civil para lograr un sistema tributario más justo y coordinado en América Latina y el Caribe.

Adrián Falco*

Publicado originalmente aquí.

La Plataforma Tributaria de América Latina y el Caribe (PTLAC) tiene nueva presidencia pro tempore. El gobierno de Brasil tendrá un año para profundizar en temas que han sido relevantes para la plataforma como progresividad de los sistemas tributarios, revisión del gasto tributario o impuestos ambientales, y también para consolidar un camino de institucionalidad que dote de previsibilidad política y técnica a la plataforma en el mediano y largo plazo. Es cierto que lo previsible es esquivo en nuestra América Latina, una región desigual en términos de ingresos y oportunidades, un laboratorio de la derecha más mesozoica de la que se tenga memoria, y con serias deficiencias en relación a la consolidación de la cooperación de cualquier tipo. 

Es cierto que ha habido ingentes espacios, tanto como intenciones, de articulación en diferentes épocas, pero también es cierto que la consabida integración regional suele situarse en el ocaso de un sueño eterno. Pro Sur hacia la derecha, UNASUR, ALADI, ALBA hacia la izquierda o el centro, CELAC más cercano en el tiempo, no han logrado incluir en sus debates ni prioridades la discusión sobre la necesaria reforma tributaria que necesitan los países de la región. 

El Grupo de Trabajo sobre Integración Financiera de la UNASUR (GTIF) fue, sin dudas, un experimento que despertó esperanzas. Allí la sociedad civil, sin ser invitada formalmente, jugó un rol clave. Latindadd asumió como propia esa lucha por la integración económica de nuestra región. Lucha que naufragó sin miramientos en las embravecidas aguas de la pasividad y el desinterés de las clases dirigentes de ese entonces. 

¿Está la PTLAC cerca de repetir esa historia? ¿O puede evitarla? Hoy no hay certezas claras. Lo que existe es un espacio de intercambio que ha perdurado tres presidencias pro tempore, y que intenta –con el apoyo clave de CEPAL– construir una institucionalidad estable. Es un paso importante, pero por el momento, débil.

Lo concreto, y es en definitiva lo que nos hace reflexionar en el mundo del pesimismo de la inteligencia, es que si no logramos profundizar, sostener, alimentar y sobre todas las cosas fortalecer políticamente este espacio, lo veremos marcharse a engrosar las filas de las buenas intenciones de los organismos supranacionales caídos en desgracia y eso será una verdadera pena.

La política moldea la técnica, el artesano moldea la pieza, no es al revés en ningún universo. Para sostenerse en el tiempo y lograr el ansiado objetivo de consolidar un bloque regional sobre temas fiscales, la PTLAC necesita una musculatura política que hoy no tiene y que debería construir de manera urgente. ¿Luego de Brasil, qué viene? es una pregunta cargada de preocupación para quienes soñamos con una estructura regional que nos permita cooperar, intercambiar y articular sobre estas agendas. ¿Será momento de pedirle a la flamante presidencia brasileña un grupo de trabajo sobre fortalecimiento institucional? ¿Cómo lograr la confluencia de Ministerios de Finanzas, Administraciones Tributarias, Cancillerías sobre estas agendas? ¿Qué rol debería jugar la Sociedad Civil en este proceso? No somos ingenuos/as, la política no nace de las estructuras, pero estas son condición sine qua non para incubar debates e ideas.

La PTLAC es un espacio importante y necesario. La realidad de la región exige un perfil más alto, la política fiscal es la más política de las políticas públicas y por eso merece un tratamiento diferente, mucho más amplio que el que podría surgir del optimismo de la voluntad.

* Adrian Falco es sociólogo argentino y coordinador del área de Justicia Fiscal en la Red Latinoamericana y del Caribe por Justicia Económica, Social y Climática – Latindadd.